martes, 1 de febrero de 2011

CAP. 34

Ahora, si estaba en el Cielo, al fin... lo supe porque en el mismo instante en el que mi esencia sintió  el calor de la estrella en donde me posaba, abrí mis ojos y enfrente de mí, se hallaba ansioso Gabriel, esperando  a que le cuente lo que me había ocurrido en mi visita a los sueños de los demás... 
Lamentablemente en el lugar no había mucha privacidad, o sea, nada de que lo dijera allí seria un secreto grave, u ocurriría nada malo, es decir. Vamos, es el Cielo, el lugar más seguro de toda la Galaxia; sin embargo, los ángeles pequeños y algunas personas difuntas nos interrumpían a cada rato y no nos dejaban tener una conversación completa, y por lo tanto resultaba ser incoherente... Gabriel me tomo de la mano y me invito a volar junto a el a un lugar que jamás había explorado desde mi estadía en ese lugar. Según lo que me dijo, es donde a veces el reposaba cuando necesitaba un minuto a solas.
El lugar era increíble, habían cascadas de luz amarillas y rosas que caían sobre blancas, y violáceas nubes sumamente pomposas y acolchonadas que largaban pequeños brillos cuando se las pisaba... a lo lejos descansaba un viejo y triste sauce del cual le colgaba una hamaca de madera la cual colgaba con cadenas de estrellas... Ambos nos sentamos en la hamaca mientras nos mecíamos hacia adelante y atrás rozando la punta de nuestros dedos con las nubes que destellaban y emanaban perfume floral. Le conté toda la historia con lujos de detalles, mientras Gabriel me escuchaba serio y con mucha atención, cuando finalicé, comenzó a hablar el...
_Pero entonces debes acordarte con urgencia quién tiene esa cadena... Sería una verdadera pena si a Shasta le pasa lo que predijo el amor. Es increíble como las cosas cambian en tan solo unos 300 o 400 años -se estremeció frunciendo el ceño y mirando hacia arriba muy pensativo.
La locura que el ángel dijo en ese momento, es decir... ¡Por supuesto que las cosas van a cambiar en 3 o 4 siglos! Es muchísimo tiempo, y era irónico ver como Gabriel lo tomase como si fuesen solo tres o cuatro meses...  Obviamente me lo tomé con humor.
_Si, me daría mucha pena si le pasa algo...
_A mi también, de verdad, aun recuerdo cuando jugábamos en los jardines de rosas y viajábamos a la vía láctea a recoger estrellas  y tirarnos con bolas de luces... ahora el ha madurado, y yo también... y ya nada es como antes, jamás imaginaria de que el terminaría así... 
_Nadie espera nada...
De repente, me encuentro acostada en el suelo, mi pecho sobresalta en un suspiro y tengo a Bill, Georg y Gy mirándome sorprendidos sobre mi cuerpo, ¿Estoy volviendo a la vida? me pregunté en mi mente.
Los tres muchachos sonreían y seguían encorvados hacia mi cuerpo. Observándome, ninguno se animaba a soltar una sola palabra. Con  mucho esfuerzo, sonreí y todos dieron un suspiro alegre que se transformó en una redonda y enrulada sonrisa, parpadeé suavemente, todo mi cuerpo me pesaba una tonelada, incluso las pestañas… no tenía fuerzas para nada, sin embargo a la vez las tenia para hacer lo que yo quisiera… no lo sé, era algo extraño.
Quizá todo fue provocado por la alegría de saber que de nuevo estoy en la vida y que mis seres queridos están bien a mi lado, y que ahora todo estaría en orden.
Ya estaba tranquila al fin, sonriendo y con los ojos cerrados dejé que mis amigos me levanten para poder ayudarme a incorporarme. Comienzo a sentirme más liviana, supuse que era por el hecho de que los demás estén cargando con el peso que a cuestas a duras penas podía soportar…
Pero entonces, comienzo a sentirme mas y mas liviana de lo que podría establecerse dentro del parámetro de lo NORMAL…
¿Qué ocurre con migo? Comienzo a sentir cada vez menos los brazos de los de mas sobre mi cuerpo, mis suspiros ya no requieren tanta energía. Comienzo a tener miedo de que pase lo que no quiero que ocurra jamás, o por lo menos, no ahora…
Me negaba a pensarlo, incluso, el simple hecho de recordar ese momento ya me  hace sentir desesperada, la angustia crece, no quería saber nada con respecto a eso de lo cual no quería imaginar ni nombrar... sin embargo, no podía estar toda la eternidad con los ojos cerrados como una cobarde con miedo de enfrentar la realidad: sea cual sea la que se me viniera…
Intenté relajarme, suspiré tranquila, conté hasta diez y muy despacio comencé a abrir mis ojos.
Poco a poco, mis pestañas entrelazadas comenzaron a separarse, por la lentitud del movimiento, mis parpados temblaban por la fuerza que ejercían.
Cada vez mis cejas se elevan hacia arriba, en gesto de resignación y de ya esperarse con lo que se sospecha. Mis labios apenas se separan, dejando asomar muy poco mis incisivos centrales superiores (o los dientes de adelante)
Mi cabello se deja llevar por ese espeso y estrellado viento helado al cual ya comenzaba a acostumbrarse.
La luz llena de a poco mis ojos y comienzan a encandilarme de a poco, cada vez mas.
Harta ya de tanto suspenso, cierro mis puños y me resigno a ver el Cielo de nuevo…
A estar de nuevo con Gabriel.
A morirme de la impaciencia.
A resignarme a qua jamás saldría de ahí.
A esperar un simple milagro…

Algo de lo que aprendí con muchas lecciones de mi vida, fue que jamás debo subestimar al poder del destino y la casualidad, siempre traen cosas nuevas para asombrarnos y nos demuestra que no siempre las cosas son como creíamos que eran, ni lo resultaran siendo jamás. Y por suerte nos hace recordar, de que aun no nos han olvidado….
Las rutinas no son asunto del destino, el siempre encuentra una manera de romperlas, aunque no nos demos cuenta muchas veces.
Es increíble el giro que le da a las cosas con sólo alterar el más pequeño e insignificante detalle…
Quizá gracias a alguien que nunca conociste y jamás lo harás naciste…es por dar un ejemplo, lo sé es un poco extremista o al menos suena así pero uno nunca sabe…
La vida tiene muchas sorpresas…
Y así de enorme, tal como la vida misma, fue la sorpresa que me llevé al abrir mis ojos…

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