jueves, 3 de febrero de 2011

CAP. 35

LIBERTAD 89


Mis cabellos flotaban en la espesura de una nube invisible de energía, en la cual todo mi cuerpo parecía volver a estar dentro del seno materno. No ruidos, no molestia… solo paz y tranquilidad. Cierro mis ojos y comienzo a sentir frio, cada vez  más y más frio… me asusto. Mi cuerpo deja de flotar cada vez menos, comienza a ser todo más denso y pesado. Comienzo a tener movimientos toscos, me paralizo… no puedo mover ni el mas mínimo musculo, me siento helada.
El tiempo se paraliza.
Un fuerte estruendo, como si un grueso cristal se rompiera.
Me asusto, veo un puño cerrado. Caigo al suelo…
Me encuentro de repente, desparramada en el suelo un en un pequeño y oscuro cuarto en algún lugar. Me siento extraña. Ya nada es como antes…
Siento que estoy en un lugar extraño, pero a la vez se me hace familiar… ¿Acaso será déjà vu?  Nunca lo sabré. En frente mío hay una puerta rota, las ventanas pequeñas con rasgadas cortinas de gasa muestran un paisaje muerto lleno de escombros y ruinas, como si hubiese ocurrido una guerra.
Ruidos extraños se oyen desde lo alto del cielo en donde de seguro algún ser mágico está volando y ha roto la barrera del sonido. Una, dos, tres veces se oye el estruendo.
Aun sigo en el suelo, no me he podido incorporar… ¿Qué fue eso que vi? Se movió rápido ocultándose de mí, o al menos eso creía… Me siento pesada, mi cabeza da vueltas  como si fuera una calesita, estaba apunada, no podía oír claramente todo se ahogaba en un mismo sonido abultado, ahogado… difícil de describir, era como si mis oídos estuvieran tapados con algodón o me hubiese envuelto en una colcha enorme…
El aire es pesado. Tengo mucho frio, de a poco mi cuerpo va tomando temperatura, sin embargo mis músculos siguen tiesos, mi cuello, tenso, comienza a doler…
Todo era confuso ¿Era acaso de día o el atardecer?
¿Es invierno? ¿Otoño? ¿Primavera?
Alguna vez estuve aquí… Mis parpados pesan, mucho. Apenas se abren y mi vista es poco clara, y torpe, lo confundo todo, los colores, las formas…
Vuelvo a ver ese cuerpo que se desliza frente a mí… noto que es un cuerpo solido, es decir, no es un espíritu…
Se detiene. Se dirige hacia mí lentamente… ¿Será malvado? Me moví bruscamente como pude para deshacerme de él.
Tengo miedo, el también. Al moverme retrocedió corriendo y volvió a ocultarse.
No podía saber donde, no podía moverme… me dolía todo
¿Es realidad o acaso un sueño?
El piso de tierra comenzaba a tomar la tibia temperatura de mi cuerpo… de a poco el ambiente se ponía mas cálido. De a poco mi cuerpo tomaba temperatura.
Oigo un ruido en la puerta, la persona que estaba junto a mí se asusta. Deja escapar un grito del susto. Esa voz era… de una mujer. O una joven.
El picaporte vibra con fuerzas, el sonido retumba en mi cabeza, se abre de a poco y entonces un cuerpo sombrío comienza a asomar.
Cabellos largos, cuerpo negro, ojos rojos, colmillos gigantes, enormes garras. Amalia…
La bestia diabólica se acerca a mí, se agacha e intenta arrastrarme a los sombras halándome del cabello. Intento gritar pero mi cuerpo no responde. ¿Qué hacer? Entonces veo, a duras penas, como la joven que estaba con migo dice algo en algún dialecto… Era un susurro de voz en donde marcaba las Z y las C.”AZZZZRRACTK!” fue lo único que mis apunados oídos percibieron.
Amalia gritaba de dolor. Se tapaba los oídos y la muchacha insistía con su dialecto.
El demonio se retorcía del dolor, tensa ya de tanto oírla, me suelta y sale corriendo de vuelta al infierno.
Ícaro, enojado picotea el vidrio de una de las ventanas… Intenta romperlo ¿Lo habrá hecho?
Mis ojos se cierran y caigo en un profundo sueño…

Un cuerpo alado e intangible se me acerca… Sus rubios cabellos flotan en la espesura de la luz, tenía un ala medio rota, pero caminaba campante y noble...
Lo reconozco enseguida ¡Shasta!

Estaba serio, toco mi frente y me vuelvo a dormir.

¿Qué ocurre con todo?
Me despierto, de nuevo tirada en el piso y veo entonces a Gabriel… mis sentidos estaban agudizándose un poco más que la vez anterior…
Vuelvo a la casa en donde me encontré en un principio…
Se me vino un numero a la cabeza: “89”
Entonces vi, en la ventana un tribunal de 89 ángeles serios mirando hacia adentro.
89 demonios acechando las entradas del lugar.
Un almanaque 89/89/8989…
¿Es acaso una señal?

Giro a mi derecha y veo una luz, Gabriel que discutía con alguien y levantaba los brazos, se movía de acá para allá, daba vueltas y me señalaba y señalaba a un joven muy indignadamente… detrás del joven estaba Shasta con 89 plumas en sus manos…
Amalia, envuelta en un trono de 89 cadáveres, ofrecía 89 almas inocentes atadas con alambres de púa. Al ver con atención estaban todos mis seres queridos y otras personas que jamás había visto.
Andy, ofrecía 89 días sin sangre, junto a un grupo de vampiros.
Georg estaba parado al lado de una puerta, escuchando atentamente.
Marlene estaba a mi lado, y también la muchacha de un principio, pero ella estaba atada a las púas, junto a los demás condenados de Amalia.

Todos estaban intentando negociar mi alma…
Gabriel daba vueltas y vueltas… mirando al piso. En un momento, toma al joven del hombro y se lo lleva a un rincón a hablar en privado.
Amalia enfurece y una espesa llama negra le rodea, pero los 89 ángeles la retienen con flechas doradas, 89.

Habló y habló Gabriel junto al joven, durante 89 minutos. Cuando uno estaba conforme, el otro no…
Terco, Gabriel, llamo a Georg, el joven se fue cerca de una ventana… y cuando la luz le dio, lo reconocí…
Era Bill.

Gabriel le preguntaba a Georg y el negaba con la cabeza…Shasta se acerca, le murmura algo al oído a Gabriel y le señala con la vista su mano con las 89 plumas doradas…
El arcángel estaba confundido.
Llamó a Andy… el arrogante ofrecía poco por mi alma, o al menos ese era el criterio de Gabriel. Lo despachó enseguida y el insolente vampiro salió haciendo una escena. Al salir los 89 ángeles le dieron una lección. Y le cortaron con una pluma en diagonal a lo largo de todo su azul ojo derecho.
89 gotas de sangre el derramó.

El turno era de Amalia… la oferta era tentadora… 89 almas inocentes que la muy falsa se había robado. Gabriel estaba casi seducido con la oferta de la mujer. Pero entonces, la luz lo llama.

89 minutos estuvo emergido en esa extraordinaria luz colmada de energía…  salió serio y miró a la luz dudando de lo que ella le había dicho. La casa se inundó de luz y los ángeles de afuera ya apuntaban sus flechas hacia él- Inmediatamente corrió y negó todas las ofertas de brazos cruzados y cabeza en alto.

Bill dio vueltas, suspiró… se fue y en 89 segundos regresó con un cuchillo en la mano.
Al verlo intenté moverme para que no hiciera locuras pero Marlene me sostenía con fuerzas e impedía que me moviera aunque sea un poco.

El filo del cuchillo se deslizó sobre su antebrazo izquierdo 89 veces… litros de sangre corrieron hasta el suelo. Y Bill cayó muerto.

Amalia pisoteaba el suelo y se acercó a la puerta gruñendo, arrastrando con fuerza bruta a sus almas que gritaban de dolor al sentir como las púas les tiraban de la piel.

Gabriel se apresuró y lo tomó del brazo herido. Una luz surgió del contacto de ellos dos.
Mis ojos se cerraron, Marlene me soltó y pude oír el último suspiro que Bill ofreció regalarme.

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